Con más de cuarenta años de dedicación a la costura de alta gama, Rafael Urquízar reafirma en su colección nupcial ADN , presentada en la pasarela oficial de Atelier Couture 2025, que la esencia de su oficio no radica sólo en la creación

La mujer que viste a un Rafael Urquízar entiende que su vestido no es el protagonista: lo es ella. En ADN encuentra una prenda que la hace visible con elegancia, que habla de su identidad sin gritar, que convierte la boda en un momento de celebración de sí misma, no solo del evento.

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Moda y Moda magazine

10/28/20253 min read

Con más de cuarenta años de dedicación a la costura de alta gama, Rafael Urquízar reafirma en su colección nupcial ADN , presentada en la pasarela oficial de Atelier Couture 2025, que la esencia de su oficio no radica sólo en la creación, sino en el reconocimiento de la identidad de cada mujer que elige su atelier. Con un enfoque que conjuga tradición, arquitectura de volumen y sensibilidad emocional, Urquízar entrega un canto a la autenticidad femenina.

Un viaje al origen

La colección ADN funciona como una reflexión sobre ese código invisible que nos define –genético, estético, emocional– y que, en la mirada de Urquízar, merece ser vestido. En ella, la silueta se convierte en escultura: líneas arquitectónicas que abrazan el cuerpo y, al mismo tiempo, lo liberan, invitando a la novia a ser la protagonista única de su momento. Su propuesta articula estructura y sutileza, sobriedad y vanguardia, sin renunciar a la elegancia atemporal que ha sido marca de la casa desde sus inicios.

Tejidos nobles y artesanía como seña de identidad

En ADN la elección del tejido es palabra y silencio: raso de seda que fluye, crepé que marca el contorno, punto delicado que acaricia la piel, e incluso neopreno como guiño contemporáneo que demuestra que la costura no debe temer la modernidad. Los bordados en oro y plata se alzan como piezas de joyería textil, realizados a mano por artesanos expertos, horas de trabajo que se traducen en brillos sutiles, relieves elegantes y texturas con memoria. La tradición del bordado español se reinterpreta para crear volúmenes, contrastes y profundidad en cada vestido.

Paleta cromática: luz de origen

La gama de colores de ADN habla de pureza y de sofisticación delicada: blancos crudos, marfiles luminosos, nudes perlados que capturan la luz con discreción. Esta elección no es casual: responde al deseo de Urquízar de que la novia sea ella misma –única– y no “una entre muchas”. En esta cromática neutra resuena la atemporalidad, el lujo contenido, la confianza de quien sabe que la prenda no está para timirte, sino para hacerte parecer tan fuerte como sensible.

Complementos con discurso

La colección se horneó con los tocados de Elena Fajardo, artesana de la sombrerería de alta gama que aporta un contrapunto de carácter al universo sereno de Urquízar. Diademas inspiradas en art déco, estructuras más vanguardistas: cada pieza dialoga con las líneas de los vestidos, reforzando esa idea de “coordinar” entre cuerpo, vestido y ambiente.

Un juego con alma

La puesta en escena en la Real Fábrica de Tapices, templo de historia e inspiración, resultó el escenario idóneo para que esta propuesta cobrara dimensión. Con una iluminación cálida que resaltó tejido, bordado y volumen, el público –editores, estilistas, boutiques internacionales– pudo palpar la madurez creativa que atraviesa al diseñador. El aplauso prolongado confirma que la moda nupcial, cuando se entiende como oficio y emoción, sigue estando en primera fila.

40 años de trayectoria: legado y mirada al futuro

Celebrar cuatro décadas en la costura no es mero ejercicio de aniversario: para Urquízar es oportunidad de consolidar su visión: moda entendida como técnica, emoción y coherencia estética. ADN llega tras la colección Parasceve, pero supone además un manifiesto de que la firma no se deja llevar por modas efímeras, sino que defiende la belleza consciente, la calidad sin concesiones y el valor de la singularidad.

Un diseño para la novia que se reconoce.

La mujer que viste a un Rafael Urquízar entiende que su vestido no es el protagonista: lo es ella. En ADN encuentra una prenda que la hace visible con elegancia, que habla de su identidad sin gritar, que convierte la boda en un momento de celebración de sí misma, no solo del evento. Esa es la grandeza del diseño nupcial de Urquízar: saber que detrás de la moda está la historia personal, el tejido humano, la emoción contenida.

Sara Ladrón de Guevara: CoolHunter

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